Fue una temporada tranquila, de eso no hay duda.
A diferencia del 2015-2016, donde deportivamente descendimos, hecho que no se
concretó por razones conocidas por todos, este 2016-2017 terminó siendo un buen
año.
Claro que muchos -hinchas y accionistas- esperábamos
algo más, especialmente una mejor ubicación en la tabla. Este Colchagua de Luis
Fredes, contaba con buenos elementos, con jugadores de recorrido y también con
jóvenes que querían hacerse de un nombre en el fútbol profesional. La mixtura,
en el papel era buena, pero los constantes cambios técnicos, ubicando a
jugadores en puestos que no eran su fuerte, pesó quizás para haber superado el
sexto lugar. Aquí hago una excepción, los once titulares habitualmente los
vemos solo al momento de saltar a la cancha, y lo que ocurre en cada
entrenamiento, donde el DT y sus colaboradores ven otros aspectos, está oculto
para nosotros y no porque sean prácticas privadas, sino que es escaso el tiempo
para poder seguir al equipo entre partidos.
Además, no quiero dejar pasar el incidente que
se vivió en un partido en San Fernando, donde el director técnico se enfrascó
en una discusión, con gestos incluidos, con parte de la fiel parcialidad. El
crédito que tenía con quienes pagan la entrada, ahí se terminó, y eso se notó
en los partidos que vinieron después. Al menos desde lo futbolístico, los
partidos más importantes en la segunda parte del torneo fueron victorias, como
el “Clásico Huaso”, por ejemplo.
Pero, hay otro escenario que también se tiene
que tocar: lo administrativo. Ahí, nada que reprochar. El club, hoy por hoy, es
uno de los bien mirados en la ANFP por su orden y por cumplir con los
futbolistas. En la pasada reunión anual de accionistas, donde solo unos pocos
asistimos, se dejó en claro que, de no mediar el aporte de integrantes del
directorio, los números rojos del ejercicio anual tendrán al club bastante mal.
Jorge Salazar y sus colaboradores, mantienen a flote a la institución en una
serie donde no se recibe ningún peso desde Quilín, donde todo es gasto. Y así,
con todo lo complejo que es competir, Colchagua sigue su andar por el
profesionalismo en esta nueva época, donde el ser un club profesional dista
mucho de lo que era en los años ’90.
En ese sentido, espero que se tome la mejor
determinación para el torneo venidero. Continuar o no con el proyecto de
Fredes, no depende de quien escribe, sino de quienes deben hacer las
evaluaciones respectivas. Lo claro, es que parte del plantel continuará y otros
emigrarán, pero ahí debe estar el buen ojo para allegar a Colchagua a elementos
que potencien este tema.
Y, para cerrar, sinceramente espero que el
proyecto pueda incorporar el fútbol joven, ya que han pasado muchos años donde
nuestros talentos se han desperdiciado o han partido a otros clubes porque no
encuentran en su tierra, un polo de posible desarrollo y un camino cercano para
ser futbolistas profesionales. Se necesita identificación con los colores, con
el emblema de la herradura, y esta, sin duda, está dada por contar nuevamente
con series menores.
Ricardo Obando Sanhueza
Periodista.
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